Agente y representante

El autogestionarse lo sugiero únicamente cuando también si se tiene una fuerte vocación por el emprendimiento cultural...

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Mi abuela que era una conocedora del negocio del espectáculo, decía que, un artista debe y tiene la obligación de tener un “repretransante”. Lo decía con ese tono de ironía, pero defendía al personaje como nadie y adjudicaba el éxito de los artistas en gran medida a este personaje que, si no existiera, no existirían muchos.

Ya que contar con un representante, suele ofrecer ventajas significativas frente a los artistas que defienden la autogestión; y muy especialmente cuando el artista busca crecer profesionalmente o manejar una carrera cada vez más compleja. Se tiene un mayor éxito, comprobado, el tener quien nos maneje, para nosotros dedicarnos a lo que mejor sabemos hacer.

El representante tiene un mayor acceso a oportunidades, ya que ellos tienen contactos establecidos en la industria y abre puertas que serían difíciles de alcanzar de forma individual. Saben cómo negociar contratos, honorarios, condiciones de trabajo y cláusulas legales para proteger tus intereses, mejor que uno mismo.

 Así el artista puede concentrarse en la creación, la preparación y la ejecución artística, mientras el agente se encarga de lo administrativo, comercial y estratégico. Un representante piensa en la construcción de una marca artística sólida, coherente y posicionada, con planificación de metas a mediano y largo plazo.

El representante puede trabajar activamente tu presencia pública, relaciones con la prensa y visibilidad en redes o medios especializados, elevando tu perfil profesional. Si no te representan, los artistas debemos dividir nuestra energía entre lo creativo y lo operativo. Nosotros no estamos especializados en negociar contratos, hacer networking efectivo o manejar temas legales, no siempre es el fuerte de un artista.

 Muchos festivales, espacios y proyectos relevantes trabajan solo con representantes establecidos. Tomemos en cuenta que el desgaste emocional en las gestiones, rechazos y demoras suelen generar frustración o distraer de lo esencial.

 El autogestionarse lo sugiero únicamente cuando también si se tiene una fuerte vocación por el emprendimiento cultural y las herramientas para hacerlo, pero debemos ser honestos con nosotros mismos. En resumen, tener un representante es generalmente mejor y obvio alguien comprometido, ético y conectado. Hasta la próxima semana.

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